He perdonado errores casi imperdonables, he intentado sustituir personas insustituibles y olvidar a otras inolvidables. He hecho cosas por impulso. Me han decepcionado personas que nunca había pensado que podían decepcionarme, pero también he decepcionado a otras. He dado abrazos para proteger a alguien del mundo. Me he reído cuando no podía, he hecho amigos eternos. He gritado y saltado de felicidad, me he enamorado como una tonta y me he caído muchas veces. He llorado escuchando alguna canción y también viendo fotos. He llamado a alguien sólo para escuchar su voz, me he enamorado de alguna sonrisa. He pensado que me iba a morir de tanto echarte de menos y no lo he hecho. He tenido miedo a perder a alguien que creía conocer, lo he perdido y no me ha importado.
Pero, ¿sabes? ¡Al menos aún respiro! Nunca esperes que lleguen las circunstancias ideales ni la mejor ocasión para actuar, porque tal vez no lleguen nunca. No pienses en que será lo correcto, o de que manera saldrán bien las cosas, porque cuanto más planeas las cosas, peores resultados obtienes. ¡Simplemente déjate llevar, haz lo que sientas en cada momento, en cada situación!
